Archivos para diciembre, 2009

La navidad y el pato Donald

Publicado: 24 diciembre 2009 en Cotidianas, Suécia

“Me siento como una mala madre” – me dijo mi mamá antier y ayer se fué a celebrar navidad con la familia en Nueva York y su año nuevo con familia en Cali. Además que no volverá por estas frias tierras si no hasta por allá por febrero. “No, mami, no se sienta mal, váyase y diviértase, si yo pudiera me iría también, yo me las arreglo”. Le contesté.

Y es así como esta es la segunda navidad en mi vida que celebro sin mi madre. La primera vez fue cuando era estudiante de antropología en Brasil y la navidad me sorprendió en un pueblito con nombre alemán aportuguisado, Nova Friburgo, con una lluvia incesante pero conté con la buenísima suerte de llegar justo al Bar do Vovô, donde toda la gente del pueblo se reunía, llevaba comida, una banda de forró e invitaban a todos aquellos que estaban “longe de casa”, lejos de casa, a celebrar con el pueblo. Es una de mis navidades memorables. Además que hice amigos.

La primera navidad en Suécia fue una navidad colombiana. La nostalgia y tristeza era inmensa, hacían falta los vecinos, los amigos, la familia, la fiesta en la calle. Así que nos reunimos rolos, paisas, tolimenses y vallunos a hacer un sancocho de gallina y poner música colombiana. Esa noche una amiga tolimense que era muy bromista y ya llevaba unos años aquí nos cuenta a todos los primíparos: “ Los suecos miran el Pato Donald en navidad. Comen y después se sientan frente al televisor a las 3.00 pm a ver el Pato Donald y una película más de Disney, y después reparten los regalos, si hay niños alguien se disfraza de Papá Noel y llega con los regalos, y después se acabó todo. Por la noche no hay nada”. Recuerdo que directamente pensé que nos estaba tomando el pelo.  El Pato Donald? Porqué mirar el Pato Donald justo en navidad? “Y es que usted ya estuvo celebrando navidad con los suecos?” Le pregunté. “No, pero eso me cuentan”.

Así se empieza a descubrir la cultura del otro, por rumores. Justo ese resultó ser cierto. Cuatro años después de haber llegado a Suécia celebré esa navidad por primera vez, en casa de la familia de mi novio sueco. La comida es bufé con el plato central, el jamón o carne de cerdo y varias clases de pescado; salmones y arenques con diversas salsas, papas y verduras. Además del tradicional Glögg, que es como un vino de especias muy dulce y se toma caliente con almendras y uvas pasas, y las galletas de canela, con las cuales también los niños arman casas pequeñas los días anteriores a navidad. Muy ciertamente comimos y después nos sentamos todos frente al televisor a ver al Pato Donald, una película de Disney y una de dibujos animados suecos que se llama “La navidad de Karl-Bertil Jonsson”. Esa última produce debate porque algunos dicen que tiene tintes comunistas y no la deberían pasar más. Se trata de Karl-Bertil que trabaja en el correo durante las vacaciones de navidad y en vez de llevar los regalos que la gente de dinero envían a sus amigos, los reune y se los lleva a gente pobre. Tomando de los ricos para dar a los pobres. En todo caso todavía la siguen pasando cada navidad.

Después del momento frente al televisor se reparten los regalos y generalmente después en la noche ya todo acabó. Será comer más, ver más películas y ya. Afuera es muy frío, oscuro y con suerte lleno de nieve para completar el idilio de la navidad blanca.

Es por esto que mi mamá sentía remordimiento de irse y dejarme aquí. Pero esta navidad de Pato Donald también la sobreviviré.

Felices fiestas para todos y buena feria para los que están en Cali!

Foto: Joanna Castro

Foto: Joanna Castro

La navidad blanca

Publicado: 18 diciembre 2009 en Suécia

En Suécia este otoño ha habido una polémica grande porque los menores de edad que llegan al país pidiendo asilo no son bienvenidos  en muchas comunas suecas. El debate se encendió a finales de octubre cuando la comuna más rica y con mejor nivel de vida en Suécia, Vellinge, se negó a que instalaran ahí una casa de recepción de niños inmigrantes que vienen solos. En realidad no tenían argumentos serios, pues el estado iba a pagar por todo, sin la comuna tener que dar una corona (osea un peso). Se defendieron diciendo que la mayoría de los habitantes de la comuna (que mayoritariamente votan por el partido de derecha que está en el poder actualmente) están en contra de inmigrantes en la comuna y que inmigrantes significa aumento de la criminalidad.  Muchos en el resto del país protestaron contra Vellinge por ser tan poco solidarios y por actuar con argumentos «racistas». Al final la comuna no pudo negarse porque de todas formas ya la casa estaba lista y no eran ellos los que pagaban. Pero el mismo fin de semana que los niños llegaron hubo un intento de incendiar la casa.

El sábado pasado salí a bailar a un lugar colombiano. Una noche de salsa con compatriotas, con suecos, con latinos de otras partes. Regresando a casa en el metro me senté en frente de dos muchachos árabes, con no más de 30 años. En la siguiente estación se subieron tres jóvenes suecos, dos muchachos y una muchacha. Notablemente tomados. Se sentaron al otro lado del pasillo. Casi que inmediatamente empezaron a decirle barbaridades a los árabes. «You’re mother pick apples in my yard for 50 cents the hour», «you are ugly» «no woman would like to be with you because you are a nigger» y otras muchas otras cosas que no se podrían escribir. Yo reaccioné de mi cansancio y no sabía que hacer. Uno de los muchachos árabes trataba de responder diciendo en inglés que no entendía, pero los insultos continuaban. Mis oidos no aguantaban más insultos pero tampoco podía hacer mucho cuando yo iba sola. Es la primera vez en mis trece años aquí que escucho tanta ofensa racista en vivo y en directo. Y solo pensaba en cuando iban a empezar conmigo. La historia terminó en que los árabes se bajaron una estación antes de mí. Y el trío se bajó en mi estación.  Pero tomaron otro camino. Casi toda esta semana he estado tratando de digerir el capítulo sin lograrlo.  Y no es simplemente que ellos estuvieran tomados, yo me he encontrado con mucha gente borracha y tomada y es la primera vez que escucho tanta groceria. El racismo es algo concreto que tiene que ser tomado en serio.

Hoy al almuerzo estaba leyendo la sección de cultura del pasado domingo de uno de los periódicos más grandes de Suécia, Dagens Nyheter, o DN como lo acortan. Casi toda la sección se trataba de cómo distintos filósofos, escritores, periodistas analizaban el decenio que está por terminar. Uno de los ellos  hablaba de dos tendencias: Convivimos con las catástrofes (de todo tipo y bién descritas y analizadas por Naomi Klein en The Shock Doctrine, que estoy terminando), y lo otro era la «clasificación de cuerpos» – en lo que incluía la creciente discriminación y el racismo, la separación de cuerpos claros con culturas occidentales de cuerpos oscuros con culturas no occidentales. Y cierra comentando que para esta navidad por ejemplo el concejo de Coccaglio en el norte de Italia decidió que este año tendrían una «White Christmas» (Navidad Blanca).  Antes de navidad todas las 400 familias de inmigrantes del pueblo van a recibir la visita de la policía que controlará que todos tengan residencia y papeles en orden. La mayoría italiana del pueblo hablan muy orgullosos de la «Operazione Bianco Natale».

En Suécia cada año piden por una navidad blanca. El idilio de la navidad aquí es una bién fria con mucha nieve. Sin nieve es como si no se sintiera el verdadero sentido de la navidad. Este año parece que el sueño de esa navidad blanca se va a cumplir. Ya llevamos dos días de nevadas casi incesantes. Todo está blanco. Y yo espero que se quede en eso. Lo que nos espera para el 2010 es no dejar que ese concepto de idilio «blanco» se extienda a más ámbitos del imaginario y la vida social.

Estocolmo. A las 3.03 pm. del 17 de dic. Foto: Joanna Castro