Archivos para marzo, 2010

Recién llegada a Suécia me pusieron en una escuela para adolescentes a aprender sueco. En la clase solo habíamos dos colombianos, Juan Pablo de Medellín y yo. ”El cartel de Medellín y Cali envían su representación” nos dijo una vez Daniel, de Perú. Lo tomamos obviamente como la broma que era. En otra ocasión, en un paseo a patinar sobre hielo, me dice un muchacho de Nigeria: ”So you are from Colombia, haha… can you get me some good… you know”… Y le respondí de inmediato: ”No, I can’t get you anything”. Ya no tomándolo como una broma. A esas alturas ya estaba cansada. Ya había pasado por aeropuertos donde habían olido por sospecha mis talcos del cuerpo, me habían hecho empacar y desempacar y estaba ya cansada de los comentarios sobre nuestros famosos narcotraficantes. He intentado dar otra cara, no la ”cara amable pendeja” de ”aquí no pasa nada, solo tenemos unos guerrilleros terroristas”, sino más bién la de ”aquí tenemos muchos más problemas que el narcotráfico y la guerrilla, sobre todo tenemos un país con más de 60% de re-pobres, y dígame entonces quién no siembra coca pa’ alimentar a sus hijos y de repeso una clase gobernante corrupta mafiosa”. En todo caso, no todos somos delincuentes.

Pero el pasado domingo 14 de marzo empecé a dudar. Después de esas elecciones tan desastrozas donde mis compatriotas eligieron los nietos, tios, suegros, madres, yernos etc de los parapolíticos y los mandaron al Congreso, me ha empezado a rondar la idea de que o somos muy brutos o de verdad si somos un país de delincuentes. Brutos, porque no entiendo porqué elegir gente sin propuestas de país. Alguien le preguntó a los candidatos cuales eran sus propuestas de ley para la salud? Les preguntaron si iban a hacer otro agroingreso seguro? Les preguntaron sus propuestas de ley para devolverle la tierra a los campesinos? Propuestas para la paz? Toditos ganaron con su sacrosanta Seguridad Democrática que de ninguna manera ha sacado al país de la violencia y no vengan con cuentos que a Ecuador llegan los colombianos como ratas huyendo justamente de la violencia. Con lemitas chimbos como ”La Fuerza de un Gran líder”, ”De frente con el presidente” (Roy Barreras), y otros tantos lograron la votación necesaria para tomarse el Congreso. Y si no es que seamos muy brutos sino más bién nos las picamos de vivos, y vendemos el voto, porque pues también hay es que sacarse una tajada de la torta, por más ínfima que sea, unos pinches 50.000 pesitos, pero algo es algo. Todo mundo tiene que tratar de vender y ganar, para sí, el resto no importa. Dentro de cuatro años vuelvo y vendo mi voto. Ojalá y sea un puesto público que le den a uno por el voto. Entonces ya esa moral del todo se vende y todo se compra nos ha corrompido hasta los huesos. Si un delincuente nos ofrece plata pa’ votar por él, lo hacemos, parece pensar un buen número de votantes. En ciertas partes los habrán obligado, ya se sabe, pero la duda si me ha entrado de que sencillamente hemos adoptado la moral traqueta del vender hasta la conciencia. Elegimos al ladrón, al matón, al que nunca ha hecho nada por la población, al que no tiene sino dos palabras en su léxico: Seguridad Democrática.

La lección para el que se lance con propuestas alternativas para las presidenciales sería que se armara con mucha plata y empezara a comprar votos. Porque como dice en la nota del periódico El País, lo primero que pregunta la gente es ”cuánto está dando por el voto?”. Al que me haga la pregunta del nigeriano la respuesta correcta hoy sería: how much can you pay me?.

Museo del Oro, Bogotá. Foto: Joanna Castro