Archivos de la categoría ‘Mujeres’

Hay un cascarón grande, de superficie áspera e interior maloliente a donde los cobardes machitos de todos los siglos de los siglos se van a refugiar para nunca reconocer sus prácticas machistas abusivas, ni sus errores, nunca pedir perdón y nunca jamás enfrentar a una mujer empoderada y segura de su causa. Ese es uno de los privilegios masculinos: tener ese cascarón para esconderse cuando las cosas se calientan. O detrás de la falda de la mamá. O de otras mujeres.

Ahí van los que golpean a las mujeres y después le huyen a la policía o le ruegan al fiscal que no los metan a la cárcel que él nunca ”hizo nada”, ahí vá el que engendró un hijo y luego prefiere perderse y hacer así ”aborto” de hombre para no responder por el pelaito o pelaíta, ahí corre Trump cuando dice que lo que dijo era una ”charla entre amigos” y ”charla de camerino”, ahí corre el novio que le es infiel a la novia y en la cama le cuenta a la amante que es que él cree en el amor libre (él sí pero la novia nó) y nunca le reconoce a su novia sus más profundos pensamientos filosóficos sobre el amor y de paso que ya lo ha practicado, y ahí corre el izquierdoso que en la organización bloquea un comunicado de mujeres que exige más representación femenina en espacios de decisión pero no se atreve a reconocer o pedir excusas por haberlo hecho por la espalda y saltándose las reglas establecidas. Es decir, por haber usado sus privilegios.

Me he encontrado en experiencias propias con dos de los tipos descritos (además de Trump con el que todas las mujeres del planeta, o al menos las que tenemos TV e internet nos hemos dado duro en la frente). El más reciente es el izquierdoso, el bloqueador de comunicados.

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Autonomía y Poderío de la mujer

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Las brujas de Angola

Publicado: 26 enero 2016 en Antropología, Mujeres, Mundo

Una de las formas más interesantes de conocer un país es a través de sus mitos y leyendas. Decía Lévi Strauss que se podía encontrar una estructura en los mitos y leyendas de la humanidad, que esas histórias fantásticas que unos y otros contaban en diversas culturas, era nuestro idioma universal. En esas ansiedades narradas era que podíamos rastrear nuestra humanidad en común a través de las diversas culturas.

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En camino entre los Gambos y Lubango se encuentran varias de estas «chimpacas», pozos de agua lluvia donde la gente se baña, los niños juegan, lavan la ropa, la losa. Hacía 6 años no llovía, y la semana pasada llovió. Las chimpacas se llenaron.

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El año pasado le decía yo a una candidata mujer de la UP: «Tenés que hablar del aborto. Sos mujer y es un tema que nos interesa a las mujeres».

Su respuesta: «Cómo se te ocurre? Yo quisiera, pero me sacan chiflada».

No tuve tiempo para escribir algo sobre las elecciones locales que pasaron, pero hoy, los dedos me brincaban, el corazón me latía y la rabia se me acumuló.

La izquierda colombiana se ha quedado rezagada hace mucho tiempo en un discurso del siglo pasado. No sale de ahí. Los «analistas» (todos varones) que leí (no pongo los enlaces porque les dá seguramente yeyo) se expresan igual que los de hace años. Los treintañeros igual a los que pasan los 60s. Hablan de las mismas causas, las mismas estrategias, los mismos métodos, los mismos actores. Si les va mal en elecciones es porque ese es un procedimiento burgués, de la democracia liberal, y nos roban las elecciones, y los medios y etc y etc.

Sin desmeritar que los medios en Colombia son una vergüenza mundial y no pasan de nivel chisme, manipulación abierta y etc (lo mismo le pasa al HDP en Turquía y sin embargo están rompiendo el cerco), y de que las elecciones son sucias, hay algo más.
Es esa casi tradición de no ver más allá de los obstáculos que están a la vista. No ven otros que puedan ser más difíciles de ver por la sencilla razón de que no están en las narices sino en el interior (de los partidos, de las cabezas de los y las militantes, de su cultura y su forma de ser en el mundo). Y justo esos obstáculos son los que son susceptibles a ser derribados más fácilmente, si quisieran. Es decir, porque está enteramente en sus manos hacerlo. Si se atrevieran.

Uno de esos obstáculos internos es el machismo rampante. El asqueroso machismo de los machos machos protagonistas de izquierda que se leyeron todos los libros de Marx y lo recitan hasta en el sueño. Pero cuando despiertan por la mañana, y después de que la mamá, la hermana o la mujer les sirvió el desayunito, creen que están al lado de Marx en el S. XIX viendo el trabajador pasar a la fábrica, para como héroe llevar el pan a la casa después de ser explotado por el patrón. Y así. Todo el mundo lo ven en masculino y existen sólo el patrón y el trabajador de la fábrica (y bueno… aumentémosle el campesino).

Y se van al Foro o a la reunión del partido, o de la Marcha, o del Congreso, y empiezan a filosofar. Y hablan de los métodos y las estrategias, y preguntan después si julanita está tomando nota. Y se nombran entre ellos, se eligen entre ellos, y escogen quien va a escribir en el próximo libro entre ellos, y después de que «las compañeras» trajeron el almuerzo, continúan filosofando entre ellos. Todos pensamientos importantes, sobre como cambiar el país, y cómo hacerlo más justo e inlucyente, y así… Y cuando las mujeres son vistas y escuchadas, y depronto comentadas, no es porque alzaran la mano sino por el escote, no porque dijeron algo interesante e hicieron una crítica sino por la dulce voz de la que llevaba la falda y no comentadas porque leyeron a tal o tal filósofa o líder política o presidenta sino comentada por lo bonita que era la camarada nueva. Que cara tan hermosa!

Y están tan absolutamente metidos en esa visión del siglo pasado y antepasado, que todo lo que se les presente como nuevas perspectivas automáticamente y con el autopioloto lo clasifican de «neoliberal» o pequeño-burgués.

Ejemplo: el feminismo. Y todo lo que atañe a las luchas de las mujeres.
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Happy, happy

Publicado: 6 septiembre 2015 en Cotidianas, Libros, Mujeres, Suécia
  • Sabes qué? Deberías buscar el libro ”Happy, happy”, me dijo mi ex-colega de trabajo, Jessica, cuando la volví a ver después de seis años. Estábamos en la isla donde vive ahora con su novio (un muchacho adoptado de Colombia) y tomando mojitos mirando por encima de los techos rojizos y anaranjados de las casitas del pueblito hacia el azul del mar báltico.

A veces la vida se me asemeja a un sueño que uno no sabe si de verdad está viviendo ya o es todavía esa imágen que uno se formó alguna vez en su cabeza. Y aquí estoy, adulta, sentada con una muy apreciada ex-colega, pagando mis mojitos, mi viaje a esa isla, escogiendo con quien quiero estar y pasar mi tiempo, tomando completa responsabilidad por mi vida y por mi hija.

La sugerencia de libro de mi amiga se debía a contarle la razón de por qué me separé del padre de mi hija y compañero de hacía más de 10 años (la única relación que he tenido en la vida): porque sólo tengo una vida, y no era esa la que quería vivir.

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En mayo se armó un debate en Suecia cuando la corresponsal de la Radio Sueca para América Latina, estacionada en Rio de Janeiro, hizo una crónica sobre el día de la madre en Latinoamérica. Aquí está un resumen del debate. Yo escuché esa crónica en la mañana que fué transmitida y sentí tristeza de que las mujeres latinoamericanas que participamos en los movimientos de la sociedad civil y en la política, hubiésemos sido retratadas como haciéndolo a partir de nuestra capacidad de convertirnos en madres. La crónica pinta, inclusive a las presidentas de la región, como que nuestra participación política es partiendo de nuestro útero, literalmente: «Siempre han tomado el camino del útero para hacer oír sus voces». La periodista se pasó por la faja los movimientos de mujeres que trabajan por el aborto en la región. Y en lo concerniente a Colombia, tomó los movimientos de mujeres como ejemplos de movimientos que «invocan las cualidades maternales y pacíficas de las mujeres en contraste con la guerrerista de los hombres». IMG_20150523_155556 (más…)

Las Indomables

Publicado: 31 agosto 2014 en Mujeres

Decía en un discurso Lucía Sánchez Saornil por allá poco antes del 36 en España:

«Compañeros y compañeras,

He visto hogares, no ya de simples confederados sino de anarquistas, regidos por las más puras normas feudales. De qué sirven pues los mítines? Las conferencias, los cursillos? Toda la gama de propaganda? Sino son vuestras compañeras, las mujeres de vuestra casa, las que han de acudir a ellos…
Por eso no vale decir: «hay que hacer propaganda entre las mujeres! vengan a nuestros medios!». Sino que hemos de ver la cuestion desde más lejos.
En su inmensa mayoría, los compañeros, hagamos excepción de una docena de bién orientados, tienen una mentalidad contaminada por las más características aberraciones burguesas.
Mientras claman contra la propiedad, son los más furibundos propietarios.
Mientras se hierven contra la esclavitud, son los amos más crueles.
Y todo ello se deriva, del más falso concepto que haya podido crear la humanidad: la supuesta inferioridad femenina»

Por si no saben quién fue Lucía Sánchez Saornil, no se sientan mal. Pocas y pocos seguramente sabían de ella. Y de sus compañeras de la asociación anarcofeminista española «Mujeres Libres» que se desarrolló en los años 30, poco antes de la llegada al poder de Franco, y cuya historia poco a poco mujeres de épocas más cercanas la han empezado a desempolvar. Entre otras cosas, porque «Mujeres Libres» encontró choque no sólo contra el Franquismo, sino, y lo que duele más, en sus mismos compañeros anarquistas, que en el hogar nunca vieron o notaron alguna pirámide de jerarquía. Caso que se sigue repitiendo en los movimientos de izquierda y el recelo con que ven los movimientos de mujeres.

Pero ahí vamos…

A veces, lo único que tenemos, es la coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos.

Esta es en realidad una entrada que debió haber sido puesta mucho antes, pero que por diferentes causas, y sobre todo por mi propia necesidad de distanciarme del tema para procesar tanta violencia encontrada en el trabajo de campo, dejé de hacerlo intencionalmente.

Esta investigación se enmarcó en el proyecto «Institucionalización de la Política Pública de Lucha Contra la Violencia Contra las Mujeres» implementado por la Alcaldía de Cali (varias dependencias) y financiado por AECID.  En este proyecto fuí la investigadora principal para realizar un diagnóstico sobre la situación de las mujeres víctimas de VBG en las Comisarías de Familia de Cali, que son regidas por la Secretaría de Gobierno.

Este es un estudio antropológico y no meramente jurídico. Se trata de una visión antropológica a los discursos de la Ley y cómo la cultura atraviesa la aplicación de la ley en temas que son de órden eminentemente histórico-culturales, como la violencia de género. Además de estudiar el discurso de la ley, no como un discurso objetivo sino enmarcado en unas relaciones de poder existentes en la sociedad (discurso de poder), también entro a realizar observaciones en los ámbitos de aplicabilidad de la ley. Es así como inicio un trabajo de campo en seis de las diez Comisarías de Familia de Cali, utilizando el clásico método antropológico de la Observación Participante. El recinto de las Comisarías se convierte entonces en mi trabajo de campo. Este espacio es habitado por funcionarios y funcionarias de distintas disciplinas (trabajadorxs sociales, psicólogxs, abogadxs) que juntos deben aplicar las leyes en cuanto a protección de individuos víctimas de «violencia intrafamiliar». Es en este espacio donde se encuentran con caleños y caleñas de todos los estratos sociales, que ante un representante del Estado (local), develan sus más íntimas inquietudes, conflictos y violencias. Qué sucede en este encuentro? Cómo se llega hasta aquí? Por qué? Qué esperan unos y otros/as (funcionarios/as y ciudadanía) de este encuentro? Cómo hace su aparición la violencia de género en este espacio? Cómo se recibe? Es posible para una mujer víctima de violencia de género al interior de la familia obtener la protección a la que tiene derecho por ley? Qué factores inciden en la decisión tomada por los y las comisarias de familia en los casos de violencia de género?

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… Y no dejemos pasar este puente festivo con día de la madre incluído sin escribir unas cuantas líneas.

Se equivocaron los que creen que voy a halagar a mi mamá y a todas las madres.  Se equivocaron también los que creyeron que le voy a dar gracias a Dios por darme el don de ser madre. Se equivocaron si creyeron también que iba a decirles que ser madre es lo más hermoso y maravilloso que existe y que las madres somos las más afortunadas del planeta por ser justamente madres.

Se equivocaron.

Hoy, en día de madres quiero decirles que admiro y respeto mucho a todas esas mujeres que decidieron no ser madres, aún a costa de toda la parafernalia y la presión social que existe sobre las mujeres para que nos convirtamos en ello. Todas aquellas mujeres que se pararon en la raya y dijeron: No, gracias. Tengo otros planes para mí. 

Para ellas no hay un sólo día de gloria en el calendario del mercado que mueve un día como el «de la madre».

Pastillas anticonceptivas

Pastillas anticonceptivas

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Hoy hablemos de belleza y debilidad.

Sigamos a Mary Wollstonecraft (1759-1797).

«Debo descender a las menudencias del tema. Lamento que las mujeres sean sistemáticamente degradadas al recibir las atenciones insignificantes que los hombres consideran varonil otorgar al sexo, cuando en realidad apoyan insultantemente su propia superioridad. No es condescendencia doblegarse ante un inferior. De hecho, estas ceremonias me parecen tan ridículas que apenas puedo contener mis músculos cuando veo a un hombre lanzarse a levantar un pañuelo con solicitud ávida y seria o cerrar una puerta, cuando la dama podía haberlo hecho con moverse un paso o dos».

El «caballero» se conoce por su solicitud «ávida y seria» por ayudar a una dama, tanto en la época de Wollstonecraft como en la nuestra. Muy a menudo cuando voy a comprar cosas en el supermercado, me gusta ejercitarme llevando las bolsas caminando a mi casa. En mi mente voy pensando que caminar me fortalece físicamente, llevar las bolsas fortalece mis brazos. Son sólo 15 minutos de camino. Máximo. Puedo hacerlo en menos. Muy a menudo veo caras que me miran como preguntando: «en serio vas a llevar esas bolsas vos sola? (y agrego la lógica: mujer débil?). De vez en cuando hay un hombre solícito a ayudarme con las bolsas. A lo que acostumbro a responder: gracias, yo soy capaz.

Este «caballero» nos quiere abrir la puerta del carro, la puerta de la casa, nos quiere levantar lo que se nos ha caído, nos quiere pagar la cuenta en el restaurante.

Recordemos: «no es condescendencia doblegarse ante un inferior». La cortesía y la caballerosidad (que van de la mano y muchas veces tienen significados entremezclados) no es un acto de amabilidad, como quiere pasar disfrazado; es un acto de superioridad.  Entre iguales es imposible encontrar la cortesía y la caballerosidad. Si un hombre llevara las bolsas, ningún otro hombre se acercaría  con «solicitud ávida y seria» a ayudar a llevárselas. Se razonaría, que si aquél hombre escogió llevar las bolsas caminando, obviamente y como ser racional que es, ha pensado que puede llevarlas solo. Sin embargo, en cuanto se trata de una mujer, se estima que esta no puede llevarlas sola, por que no es suficientemente fuerte. Pero además, y aunque ella se haya aventurado a hacerlo, todavía cabe la duda, pueda ser que ella no haya pensado bién las cosas y se entere de que efectivamente no es capaz físicamente. Porque es débil, por naturaleza.

La cortesía y la caballerosidad no se presenta entre iguales. Un hombre no le paga la cuenta en el restaurante a otro hombre por un acto de «caballerosidad», más bién se puede presentar como un verdadero acto de amabilidad o intercambio de favores, y se esperaría que el otro retribuya este acto con otro acto de amabilidad pagando la cuenta en otra ocasión (u otro tipo de favor: mover sus hilos burocráticos, ayudar en un negocio etc). El hecho es que sería muy difícil encontrar una relación de un hombre que constantemente le pague la cuenta en el restaurante a otro. (Aquí me dirán que cuando ocurre con la mujer el acto de caballerosidad tiene la finalidad de meter a esa mujer en la cama y no siempre como un signo de mostrar poder económico frente a ella- lo cual no le quita el ser un acto de superioridad aún: pagar por favores sexuales, yo pago porque tengo poder económico, y tú me ofreces tu cuerpo. Y primero soy cortés y caballero, porque me hace sentir «más hombre» y además un «buen hombre» – en todo caso, superior a tí). E igual, entre mujeres no se vé este acto de «caballerosidad» de pagarle la cuenta a otra mujer en el restaurante más que por puro intercambio de favores o verdaderos actos de amabilidad. Además por que nosotras no podemos ser «caballeros» – como la palabra «caballerosidad» en sí implica, es un asunto de caballeros.

La debilidad física siempre nos la ha achacado en cara el sistema patriarcal a las mujeres. Que no tenemos igual fuerza física que el hombre. Esta idea hace parte de un entramado de ideas que históricamente nos han relegado a ser «el segundo sexo», el «sexo débil». Es más, lo usan como una razón por la cual somos inferiores a ellos; el mito vá (no puede salirse de un mito y conjeturas porque todo ocurrió en la prehistoria) que los privilegios fueron inclinados hacia aquellos que podían salir a cazar y por tanto era para los más fuertes físicamente. Lo que el patriarcado no nos explica aún, es porqué esta situación persiste cuando a través del proceso civilizatorio el trabajo físico ha sido degradado a ser un trabajo para inferiores: esclavos y esclavas, trabajadores y trabajadoras. Y aún lo es, el que más plata tiene no necesita ni lavar los platos, ni sus calzones, para limpiar la casa tiene una (en casi todos los casos) mujer del servicio que lo hace ( no que el esfuerzo físico era para ellos? qué pasa en la relación entre ejecutivo y empleada?) y la tecnología nos ha dado máquinas de lavar para evitar el trabajo físico. Si la civilización cada vez más relega la fuerza física a un esfuerzo malpago y sin estatus, por qué insistir en que las mujeres tenemos ese «defecto» de no poseer fuerza física. Al son de hoy ese debería ser un detalle sin importancia.

Mary Wollstonecraft escribió: Vindicación de los derechos de la mujer. En 1792.

Mary Wollstonecraft escribió: Vindicación de los derechos de la mujer. En 1792.

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El ojo de la mujer

Publicado: 27 enero 2013 en Culturales, Libros, Mujeres

Una de mis adquisiciones en este Hay Festival ha sido el libro de poesía de Gioconda Belli: El ojo de la mujer.

Aunque Belli es más conocida por su poesía, yo confieso que poca poesía he leído de ella. Más he leído sus artículos y novelas. Pero pretendo remediar esto comenzando con uno de sus más celebrados.

El prólogo es bueno de leer, fué escrito en 1974 por José Coronel Urtecho y dá una introducción a la poesía nicaragüense. El libro pues, es escrito antes de la revolución sandinista en la cual participó la autora.

Este es el poema con que inicia:

Y DIOS ME HIZO MUJER

Y dios me hizo mujer
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues de mujer
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas;
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.

Gioconda Belli

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